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«Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón» (Mt. 11:29)

La prioridad del cristiano es la formación de un carácter moral, la forja progresiva del carácter de Cristo en nosotros. Ese principio lo vemos claramente expresado en textos como Romanos 8:29: «...para que fuesen hechos –llegasen a ser– conformes a la imagen de su Hijo». La meta última de mi vida es llegar a ser como Cristo. Todo lo demás palidece en importancia al lado de este objetivo supremo. No hay programa de vida mejor para un creyente o para una iglesia. Porque este principio no se aplica sólo al creyente individual, sino también a la iglesia: «todo el edificio –la Iglesia– bien coordinado va creciendo para ser un templo santo en el Señor» afirma con rotundidad Pablo en Efesios 2:21. Me preocupa escuchar repetidamente afirmaciones como «esta iglesia lo que necesita es un programa, un buen proyecto». ¿Es que hay algún «proyecto» más importante o más bíblico que promover todo aquello que contribuya a esta formidable «transformación» –metamorfosis– (ver 2 Co. 3:18) del creyente y de la iglesia a imagen de Cristo? ¿No será este énfasis en un «proyecto» una sutil influencia del secularismo, a imagen y semejanza, por ejemplo, de los partidos políticos o las empresas que funcionan a base de «proyectos»?

En lenguaje teológico a este proceso de cambio para llegar a ser como nuestro Maestro se le llama santificación. Y la santificación ha sido la prioridad y la marca distintiva de los grandes avivamientos en la historia de la Iglesia. Desde el movimiento de los Hermanos Moravos en el siglo XVIII con el Conde Zinzendorf hasta la eclosión del avivamiento metodista con Juan Wesley que transformó la Inglaterra de su época, sin olvidar la gran aportación de los puritanos, todos ellos han tenido un «proyecto» muy claro: la santidad. Una pregunta de reflexión aquí: la superficialidad de la fe y del compromiso que se observa hoy en muchos círculos evangélicos en Occidente, ¿no será porque se ha dejado de lado esta prioridad de llegar a ser como Cristo? En demasiadas ocasiones lo periférico ha venido a sustituir a lo central en la vida del creyente y de la iglesia, de modo que se pone más énfasis en los actos que en las actitudes, en el hacer que en el ser, en los programas que en EL programa. Si esto sucede en la vida de una iglesia, puede ser el primer paso para su naufragio espiritual. Podrá ser un buen club social, pero habrá fracasado como «templo santo en el Señor». La centralidad de la santificación es requisito imprescindible para un discipulado sólido. Además, este anhelo de «ser santos en toda nuestra manera de vivir» (1 P. 1:15) no es una opción para una elite más o menos espiritual sino el deber de todo creyente y de toda iglesia, «porque escrito está: sed santos , porque yo soy santo» (1 P. 1:16).

Los rasgos distintivos de este carácter moral de Cristo los encontramos ampliamente descritos, entre otros, en dos pasajes: el Sermón del Monte (Mt. 5–7) donde Jesús mismo explica con profusión de ejemplos y metáforas en qué consiste la nueva forma de ser. El otro gran pasaje es Gálatas 5:22–23 donde Pablo enumera los diversos elementos del fruto del Espíritu. Recomendamos al lector profundizar en estos dos pasajes a fin de tener una visión mucho más amplia de este carácter al que aspiramos. Sí queremos dedicar, no obstante, unas líneas al modelo que Cristo mismo nos marcó con su propia vida.

El ejemplo mismo de Jesús. La vida y las enseñanzas del Señor nos muestran numerosos ejemplos de esta prioridad del ser. Al final del Sermón del Monte, y a modo de resumen, Jesús exhorta a sus discípulos con una frase concluyente: «Así pues no os hagáis semejantes a ellos» (Mt. 6:8). El verbo en griego «no os hagáis como» –gígnomai– es el mismo que aparece en Romanos 8:29 antes considerado. Según J. Stott ésta es la esencia de todo este sermón: «no lleguéis a ser como ellos».

En otra ocasión el Señor exhorta a sus seguidores a «aprender de mí que soy manso y humilde» (Mt. 11:29). Lo fundamental de su enseñanza no radicaba en sus actos, por milagrosos y fantásticos que éstos fueran; tampoco en sus palabras, sabias y sublimes. El meollo de lo que tenían que aprender estaba en el carácter de Jesús: sus actitudes, sus reacciones, su amor. Incluso en la parábola de los talentos, pasaje que a primera vista nos habla de la importancia de una buena administración –el actuar bien– así como de los resultados, al final lo que se resalta por encima de todo es una actitud: «Ven, buen siervo y fiel, sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré» (Mt. 25:23). Se elogia la fidelidad del siervo, una virtud del ser. La productividad, los resultados quedan en segundo lugar; no es que no tengan importancia, la tienen; pero en la vida cristiana es más importante el cómo –las actitudes, el corazón– que el qué.

La recuperación de este anhelo de santidad y de consagración es la necesidad más urgente de la iglesia hoy.

Escrito por el Dr. Pablo Martínez Vila en Pensamiento Cristiano

Cortesía de nuestro hermano José (Pepe) Mendoza:

image Algún día, cuando te sientas muy valioso;
Algún día, cuando tu ego se encuentre floreciente.
Algún día, cuando pienses vanidoso
que eres el mejor de los presentes;
Algún día, cuando creas que al salir
dejarás un vacío difícil de llenar,
este sencillo ejemplo has de seguir
y verás como tu alma se llena de humildad.

Toma un balde y llénalo con agua
mete la mano hasta que mojes la muñeca
sácala y el hueco que allí queda
es la medida del vacío que tú dejas.
Puedes chapotear cuando quieras al hacerlo,
puedes remover toda el agua que hay allí.
pero detente y verás que en ese instante
todo vuelve a ser lo mismo que antes.

Haz con honradez cuando te sea dable
y aunque orgulloso te sientas de ti mismo
recuerda que no hay nadie en este mundo
INDISPENSABLE

Me dejó en shock la decisión tomada por John Piper esta semana de tomar un receso de su ministerio por 8 meses. En este tiempo no predicará, ni escribirá, ni trabajará en nada del ministerio, con algunas excepciones de compromisos previos ya adquiridos, luego de que tanto el como su esposa decidieran cumplir con los mismos.

¿Será esto un recordatorio para nosotros, de que nosotros no somos el evangelio sino Dios mismo, y que Dios no nos necesita a nosotros para hacer su obra, aunque sí le ha placido utilizarnos?

Cuantas veces he escuchado las palabras “Nadie es indispensable”, pero la realidad es que aunque lo decimos, muy dentro de nosotros, nos sentimos indispensables para Cristo y su causa aquí en la tierra.

Oremos por John Piper en este día.

Pueden leer las razones de su receso a continuación:

John Piper's Upcoming Leave


By John PiperMarch 28, 2010


As you may have already heard in the sermon from March 27-28, the elders graciously approved on March 22 a leave of absence that will take me away from Bethlehem from May 1 through December 31, 2010. We thought it might be helpful to put an explanation in a letter to go along with the sermon.

I asked the elders to consider this leave because of a growing sense that my soul, my marriage, my family, and my ministry-pattern need a reality check from the Holy Spirit. On the one hand, I love my Lord, my wife, my five children and their families first and foremost; and I love my work of preaching and writing and leading Bethlehem. I hope the Lord gives me at least five more years as the pastor for preaching and vision at Bethlehem.

But on the other hand, I see several species of pride in my soul that, while they may not rise to the level of disqualifying me for ministry, grieve me, and have taken a toll on my relationship with Noël and others who are dear to me. How do I apologize to you, not for a specific deed, but for ongoing character flaws, and their effects on everybody? I’ll say it now, and no doubt will say it again, I’m sorry. Since I don’t have just one deed to point to, I simply ask for a spirit of forgiveness; and I give you as much assurance as I can that I am not making peace, but war, with my own sins.

Noël and I are rock solid in our commitment to each other, and there is no whiff of unfaithfulness on either side. But, as I told the elders, “rock solid” is not always an emotionally satisfying metaphor, especially to a woman. A rock is not the best image of a woman’s tender companion. In other words, the precious garden of my home needs tending. I want to say to Noël that she is precious to me in a way that, at this point in our 41-year pilgrimage, can be said best by stepping back for a season from virtually all public commitments.

No marriage is an island. For us this is true in two senses. One is that Noël and I are known inside-out by a few friends at Bethlehem—most closely by our long-time colleagues and friends David and Karin Livingston, and then by a cluster of trusted women with Noël and men with me. We are accountable, known, counseled, and prayed for. I am deeply thankful for a gracious culture of transparency and trust among the leadership at Bethlehem.

The other way that our marriage is not an island is that its strengths and defects have consequences for others. No one in the orbit of our family and friends remains unaffected by our flaws. My prayer is that this leave will prove to be healing from the inside of my soul, through Noël’s heart, and out to our children and their families, and beyond to anyone who may have been hurt by my failures.

The difference between this leave and the sabbatical I took four years ago is that I wrote a book on that sabbatical (What Jesus Demands from the World). In 30 years, I have never let go of the passion for public productivity. In this leave, I intend to let go of all of it. No book-writing. No sermon preparation or preaching. No blogging. No Twitter. No articles. No reports. No papers. And no speaking engagements. There is one stateside exception—the weekend devoted to the Desiring God National Conference combined with the inaugural convocation of Bethlehem College and Seminary in October. Noël thought I should keep three international commitments. Our reasoning is that if she could go along, and if we plan it right, these could be very special times of refreshment together.

The elders have appointed a group to stay in touch and keep me accountable for this leave. They are David Mathis, Jon Bloom, Tom Steller, Sam Crabtree, Jon Grano, Tim Held, Tony Campagna, and Kurt Elting-Ballard. Five of these have walked with Noël and me over the last two months, helping us discern the wisdom, scope, and nature of this leave. They brought the final recommendation to the elders on March 22.

I asked the elders not to pay me for this leave. I don’t feel it is owed to me. I know I am causing more work for others, and I apologize to the staff for that. Not only that, others could use similar time away. Most working men and women do not have the freedom to step back like this. The elders did not agree with my request. Noël and I are profoundly grateful for this kind of affection. We will seek the Lord for how much of your financial support to give back to the church, to perhaps bear some of the load.

Personally, I view these months as a kind of relaunch of what I hope will be the most humble, happy, fruitful five years of our 35 years at Bethlehem and 46 years of marriage. Would you pray with me to that end? And would you stand by your church with all your might? May God make these eight months the best Bethlehem has ever known. It would be just like God to do the greatest things when I am not there. “Neither he who plants nor he who waters is anything, but only God who gives the growth” (1 Corinthians 3:7).

I love you and promise to pray for you every day.

Pastor John

Hace un tiempo atrás publicamos la posición del pastor John MacArthur sobre este tema, cuando realizamos la reseña de su libro “Safe in the arms of God”. Hoy queremos compartirles que dice el pastor John Piper al respecto:

 

 

También puede leer mas sobre este tema aquí.

"Hay una envidia en cada uno de nosotros; ¡Oh cuán difícil es esta cuestión de alegrarse de los dones, gracia, y trabajos de los demás, y estar contentos en circunstancias donde Dios nos considera indignos y prefiere utilizar a otros para glorificar su nombre! Nos preocupa si otros glorifican a Dios y no nosotros, o si lo hacen de una manera mayor que nosotros, o si son más santos, más útiles, o más serios... Nosotros debemos estar contentos de ser humillados y permanecer en el anonimato siempre que Cristo es honrado y exaltado”.

- Thomas Manton

(Via Joshua Harris)

imageLas obras maestras de Dios son aquellos que se mantienen de pie en medio de las dificultades. Sus obras mas gloriosas y sus mejores hijos son aquellos, que cuando todas las cosas se les oponen, mantienen firme su posición. Aquellos que poseen la gracia que los sostienen en medio de las cargas más pesadas de tribulaciones y pruebas.

Dios coloca a su gente en estas circunstancias para mostrarnos el poder de su gracia.

Charles Spurgeon (De su sermón: "The Duty of Remembering the Poor”)

Este post de hoy viene cortesía de nuestro hermano José (Pepe) Mendoza:

Siempre que he tratado de encontrar una respuesta entre las muchas modas teológicas modernas, mi alma siempre se ha inclinado a la respuesta del viejo Alberto Benjamin Simpson. Comparto este pequeño tesoro con ustedes:

“Deseo hablarles de Jesús, y solamente acerca de Él.” A menudo oigo decir, “Si sólo pudiese asirme de la sanidad divina, pero no me es posible”. 

Frecuentemente dicen, “La tengo”, pero si les pregunto, “¿Qué es lo que tienen?”, la respuesta a veces es, “Tengo la bendición”, o “Tengo la teoría”, o “La sanidad”, y en ocasiones, “recibí la santificación”. Yo doy gracias a Dios por haber aprendido que no es la bendición, no es la sanidad, no es la santificación, no es aquello que deseamos, sino que es algo mucho mejor. Es “El Cristo”; es “EL MISMO”. ¡Cuán a menudo aparece esta palabra, “Ciertamente llevó El mismo nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores”; “Quien llevó El mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero”. Es la persona de Jesucristo lo que deseamos. Hay muchos que tienen la idea pero no reciben provecho de ella. La tienen en la cabeza, en la conciencia y en la voluntad, pero por alguna razón no le reciben a El en su vida y espíritu, porque solamente tienen aquello que es una expresión exterior y símbolo de la realidad espiritual.

Por fin Él me dijo, y tan tiernamente: “Hijo mío, tómame a Mí, y déjame ser yo mismo en ti la fuente continua de todo esto”. ¡Y cuando por fin quité mis ojos de mi santificación y de mi experiencia, y los fijé en el Cristo en mí, encontré, en lugar de una experiencia, al Cristo que es más grande que la necesidad del momento, al Cristo que es todo lo que yo podría necesitar, ¡quien me había sido dado de una vez y para siempre! Cuando pude ver a Cristo de esta manera, tuve gran paz; todo estaba bien, y estaría bien para siempre. Porque ya tenía no sólo lo que podía asir a esa pequeña hora, sino a Él, también todo lo que necesitaría en la próxima y la próxima y así sucesivamente. A veces vislumbro lo que será de aquí a un millón de años cuando “los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre” (Mateo 13.43) y tendremos “toda la plenitud de Dios”.

Alberto Benjamin Simpson

Me dirijo a ustedes como un cristiano. Jesucristo es mi Señor y Dios y Salvador y Canción día y noche. Puedo vivir sin comer, sin beber, sin dormir, sin respirar, pero no puedo vivir sin Jesús. Sin él habría muerto hace mucho tiempo. Sin él y sin su iglesia reconciliando a los hombres con Dios, el mundo habría perecido hace mucho tiempo. Yo vivo en y sobre la Biblia durante largas horas cada día. La Biblia es la fuente de todo buen pensamiento e impulso que tengo. En la Biblia, Dios mismo, el Creador de todo desde la nada, me habla a mí y al mundo directamente sobre sí mismo, sobre nosotros y sobre su voluntad para el curso de los acontecimientos y la consumación de la historia. Y créame, no pasa un día sin que clame al Señor, desde el fondo de mi corazón, "¡Ven, Señor Jesús!”

Charles Malik (1906-1987), embajador del Líbano a los EE.UU. (1945-55), Presidente de la Asamblea General de la ONU (1958-59), profesor de filosofía en la Universidad Americana de Beirut (1962-76). Citado de: “The Two Tasks” en The Two Tasks of the Christian Scholar: Redeeming the Soul, Redeeming the Mind, (Crossway Books, 2007), p. 55.

“Me deja atónito el pensar en la cantidad de cristianos que miran aquellos programas de televisión banales, vacios, tontos, triviales, sugestivos y poco modestos que miran la mayoría de los no creyentes. Luego se preguntan por qué sus vidas espirituales son débiles y su experiencia en la adoración poco intensa y profunda. Si realmente quiere escuchar la Palabra de Dios de la manera en que El quiere que se escuche: en verdad, gozo y poder, apague el televisor el sábado por la noche y lea algo verdadero, grande, hermoso, puro, honorable, excelente y digno de alabanza (vea Filipenses 4:8). Entonces observe como su corazón comienza a sentir hambre por la Palabra de Dios.”

John Piper (De su sermón: "Take Care How You Listen! Part 2”)

image “No un lugar donde las personas luchan por el poder, sino un lugar donde las personas están dispuestas a desempeñar el papel que mejor sirva el propósito de Dios.”

Joshua Harris

¡Deje De Coquetear Con La Iglesia!, Editorial Unilit (2006), p.127

image "Pasó cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo:
-¡Abraham!
-Aquí estoy – respondió.
Y Dios le ordenó: Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré” 
(Gn. 22.1-2)

En varias oportunidades en que he tenido el privilegio de dictar clases me he puesto a filosofar sobre el valor de los temidos exámenes. Creo que la razón más evidente para su existencia es probar la capacidad de retención del alumno de la materia enseñada. Mucho se ha discutido sobre las pruebas memorísticas que no demuestran habilidades, o sobre la ineficacia de los test para medir el dominio total de la materia. Sin embargo, también estoy convencido que una prueba inteligente y bien propuesta puede proveer al alumno y al profesor material de evaluación que mida tanto la enseñanza como el aprendizaje.

Nuestro Señor es un maestro por excelencia. Sus clases se imparten en la vida diaria y el conocimiento se vuelve sabiduría cuando la verdad enseñada se transforma en historia y testimonio personal. Por eso, las pruebas de Dios tendrán como principal objetivo el fortalecer nuestro carácter y dar luz y profundidad a nuestras decisiones.

Abraham tuvo que someterse también a algunos rigurosos exámenes. La prueba que tenemos en el encabezado podríamos llamarlo "El examen final". ¿Qué es lo que esta evaluación quería probar? Hasta el momento había sido bendecido por el Señor más de lo que podía imaginar. De ser un beduino inmigrante se había convertido en un patriarca lleno de riqueza y con un heredero de su propia sangre que colmaba todas sus expectativas. La pregunta es: ¿Seguiría siendo leal a Dios si estuviesen en juego sus tesoros terrenales? ¿Qué pasa si la orden de Dios escapa a los presupuestos racionales de Abraham? ¿estaría él dispuesto a obedecer? ¿se rebelaría? Mientras escribo esto pienso porque Dios tuvo que poner una prueba tan dura y tan difícil de entender. Creo que la respuesta está en la incapacidad del hombre de entender todos los caminos del Señor. Si deseamos andar con El debemos estar dispuestos a reconocer que en su grandeza siempre habrán asuntos que nos serán absolutamente incomprensibles, caminos en donde transitaremos sin más dirección que su sola voz. Este tipo de prueba es necesaria para aprender a depender de El en todo momento y bajo cualquier circunstancia.

La orden de Dios es dramática pero no emotiva. No le dijo con voz tronante que sacrificara a su hijo inmediatamente, sino que lo llevara a un lugar distante (a tres días de camino) y que se proveyera de todo lo necesario para realizar el sacrificio. Justamente, es la obediencia paso a paso la que demuestra nuestra integridad, y no los actos suicidas tipo "kamikaze". El señor no espera que nuestra vida esté llena de "anécdotas" que demuestren nuestra obediencia, sino de una vida obediente en infinidad de detalles y en toda gama de circunstancias.

El sacrificio humano no le era desconocido a Abraham. Los pueblos de la antigüedad ofrendaban a sus hijos para calmar la ira de sus dioses o pedir algún tipo de beneficio. Abraham lo tenía todo y gozaba de la bendición de Dios... ¿Por qué entonces este sacrificio? Seguramente Abraham no pudo contarle a Sara, a Isaac ni a sus siervos la orden de Dios. Esto traería un fuerte recelo y rechazo hacia la naturaleza moral del Dios de Abraham... Sin embargo, él estuvo dispuesto a obedecer a su Dios aun sin la aprobación de los suyos.

Más de una vez he escuchado comentar la terrible pero inocente pregunta del joven Isaac: "... ¡Padre!... Aquí tenemos el fuego y la leña... pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto?" (Génesis 22.7). Hay preguntas que hacen que nos duela hasta el alma, y ésta es una de ellas. Abraham debía responder con amor y con verdad a su hijo único y amado: "El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios – le respondió Abraham. Y siguieron caminando juntos" (Génesis 22.8). La palabra "proveer" significa literalmente "hacer ver" y esto es lo que Abraham le da a entender a Isaac: Dios está al tanto y El ha establecido las maneras, El "verá" lo que hace.

Así siguieron caminando hasta el escenario que Dios había previsto. Abraham con solicitud hizo todo lo que tenía que hacer, no como un actor que desempeña su papel, sino como un hombre obediente que está dispuesto a creer en Dios hasta las últimas consecuencias. Mientras preparaba el sacrificio, este hombre se iba despojando de sus amarras terrenales y se iba entregando a la eternidad de Dios. ¿Cuántas cosas nos esclavizan a este mundo? ¿Cuántos bienes son como lastres que nos impiden alcanzar las alturas de la comunión con Dios? Sólo cuando renunciamos a ellos podremos realmente disfrutarlos plenamente. En el momento culminante el Señor dio por terminada la prueba: "Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, pero en ese momento el ángel del SEÑOR le gritó desde el cielo: ¡Abraham! ¡Abraham! – Aquí estoy – respondió. No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño – le dijo el ángel -. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo" (Génesis 22.10-12). El mismo Señor proveyó un sustituto para efectuar el sacrificio y la fe de Abraham recién probada salió aprobada.

"Sólo se puede disfrutar plenamente aquello que se está dispuesto a entregar" parece ser la norma que Dios impone a los hombres. Y esto es una absoluta verdad cuando aceptamos que ninguno de nosotros está en esta tierra para siempre, y que las cosas que decimos poseer son solamente prestadas por un breve período de tiempo. Somos peregrinos, estamos de paso, y mal haríamos en aferrarnos a cosas, personas o situaciones que tarde o temprano tendremos que dejar en el camino. Jesucristo también sometió a esta misma prueba a sus discípulos más cercanos. Acababa de anunciar su obra en favor de los hombres a través de su muerte y resurrección y no se dejaron esperar los comentarios. Pedro lo llamó a un lado y le dijo: "...¡De ninguna manera, Señor! ¡Esto no te sucederá jamás!" (Mateo 16.22.b). La reacción más humana y más "sensata" es a alejarse del dolor y de lo desconocido, a buscar lo más conveniente o lo que nos provea la mayor cantidad de beneficios o placer. Sin embargo, la reacción de Jesús nos demuestra que los intereses de Dios no son los mismos que los de los hombres: "Jesús se volvió y le dijo a Pedro: -Aléjate de mí Satanás! Quieres hacerme tropezar; no piensas en las cosas de Dios sino en la de los hombres" (Mateo 16.23). Allí está el verdadero dilema: ¿Estamos dispuestos a poner a Dios y nuestra obediencia a El en primer lugar, o nosotros y nuestros propios intereses en primer lugar? Mas allá de nuestra religiosidad o "amor" a Dios la respuesta a esta pregunta es decisoria para verificar nuestra filiación cristiana. Hay por el mundo mucho cristianismo barato revestido de adoración a Dios y reverencia a Jesús pero lleno de intereses y mandamientos humanos que Jesucristo ya deploró hace dos mil años cuando dijo: "¡Hipócritas! Tenía razón Isaías cuando profetizó de ustedes: ‘Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me adoran; sus enseñanzas no son más que reglas humanas" (Mateo 15.8-9).

Jesús estableció una clave general que garantiza el éxito en cualquier prueba. Él dijo: "Si alguien quiere ser mi discípulo, tiene que negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirme. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la encontrará. ¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida? ¿O qué se puede dar a cambio de la vida?" (Mt.16.24-26). Negarse a uno mismo no tiene una intención asceta, monástica u oscura. Su verdadera intención es dejar de ver la vida un punto de vista auto-centrado y egoísta para empezar a verlo bajo el punto de vista de Dios. Si me preguntas: ¿Por qué esto tiene que ser lo mejor para mí? Porque estás dejando de someter tus asuntos a tu intuición para doblegarlos ante la enorme sabiduría de Dios quien te ama y desea lo mejor para ti.

Tomado de las “Reflexiones Aterrizadas” de José (Pepe) Mendoza, pp. 18,19

image Los peligros más destructivos para la iglesia nunca han sido el ateísmo, las religiones paganas o las sectas que niegan sin rodeos las Escrituras, sino movimientos de aparente índole cristiana que aceptan un grado tan alto de verdad bíblica que sus doctrinas ajenas a la Biblia parecen insignificantes e inofensivas en comparación. No obstante, lo cierto es que una sola gota de veneno en un recipiente grande de agua puede volver letal todo el líquido, y una sola idea falsa que en cualquier medida reduce la gracia de Dios, envenena todo el sistema de creencia cristiano.

John MacArthur, Comentario MacArthur del Nuevo Testamento: Gálatas, Editorial Portavoz (2003), p.30

Tú nos buscas Señor,
estás buscándonos
entre los altos edificios que se toman del brazo,
a pesar de las grandes tiendas donde cuelga el deseo,
nos sigues en medio de los coches ruidosos de las calles,
esquivando garabatos y atropellos,
nos buscas mientras nos apartamos de la mano extendida,
estás mirando cuando cerramos violenta puerta a los amados,
nos aguardas en las locuras de las fábricas,
y en las febriles reuniones laborales,
entre los minutos malgastados
tú nos llamas;
esperas entre televisores encendidos
y en el desesperado desborde de los gritos.
Nos sigues llamando mientras trepamos la cima sin notar los peñascos que soltamos.
Pero no te oímos, no podemos escucharte.
De pronto:
en un estrépito de llantas, el desaire de un amigo,
el crujido de una catástrofe,
una pistola puesta en nuestra sien,
un mal diagnóstico de salud o el adiós de quien amamos,
con nuestras miradas cubiertas de rocío
aterrizando en los cálices abiertos,
el sonido del piano sobre el río
o el mensaje del cuerpo sobre el lecho;
cuando menos lo esperamos
hacemos silencio desde dentro,
¡hasta de lo que pensamos!
Y por un iluminado instante
alguien oye muy claro TU LLAMADO.

Mabel Carrasco

Tomado de las “Reflexiones Aterrizadas” de José (Pepe) Mendoza, pp. 13,14

Tantos se llaman cristianos hoy en día que es difícil encontrar a los que lo son en realidad. Es necesario anteponerle alguna palabra que identifique a aquellos de los que nosotros estamos hablando.

Los hay "nominales" que los son sólo por nombre;

los hay "ritualistas" que se hacen llamar así porque cumplen con las festividades y los ritos religiosos;

Y los hay "transformados" porque han experimentado el poder de Jesucristo en sus propias vidas. Al leer los evangelios nos damos cuenta que ése es el tipo de cristianos que han tenido un verdadero encuentro con Jesús.

Tomado de las “Reflexiones Aterrizadas” de José (Pepe) Mendoza, pp. 13,14

Trevin Wax ha publicado dos excelentes artículos sobre el decremento de los evangelistas itinerantes hoy en día y de como el proyecta será el futuro para este ministerio. Si el tema del evangelismo le apasiona como a mí, le recomiendo leerlos:

  1. Why Is Vocational Evangelism on the Decline?
  2. A Future for Vocational Evangelism

image Ojalá. Esta es una palabra árabe castellanizada que brota de lo profundo de nuestro corazón cuando esperamos que algo suceda o que algo sea como lo soñamos. Hemos trasladado el "Dios lo quiera" por el "ojalá" (aunque en su origen etimológico dice exactamente lo mismo ya la gente no lo entiende así). La persona que espera que nuestros sueños se hagan realidad ya no dice "Dios te bendiga", ahora te dice "suerte". Como ahora vivimos en el mundo de la casualidad evolutiva y del agnosticismo, entonces, el "ojalá" se convierte en la más alta nota probabilística. En todos los terrenos de nuestra vida: económicos, amorosos, laborales, familiares, etc., etc., el "ojalá" forma parte fundamental de la estructura gramatical de nuestros pensamientos. Seguramente, le hemos perdido la cuenta a las numerosas oportunidades en que hemos suspirado diciendo: "¡Ojalá fuese cierto!".

Me parece que el problema con el "ojalá" radica en el carácter pesimista con el que usamos esta frase. Ya decían los antiguos: Eadem sunt omnia semper (Todo es siempre lo mismo). Al pronunciar la consabida palabra estamos dando cuenta que todo es sueño... y los sueños, ¡sueños son! Abraham no escapa a esta milenaria palabrita. En las breves reflexiones que hemos hecho de su vida nos hemos encontrado con un hombre íntegro y capaz de jugarse el partido entero por sus convicciones. En conclusión, un hombre inclaudicable. Pero todos tenemos nuestro talón de Aquiles y Abraham también tenía el suyo. El podía obedecer a Dios y seguirlo por los caminos más difíciles; sin embargo, había un "ojalá" que siempre sería para él sólo un sueño: tener su propio hijo. Al momento de aparecer en la historia, este hombre ya era un anciano y su mujer anciana también, y estéril. Ya no estaba en el terreno de las posibilidades de Abraham concretar el plan "A", o sea, tener un hijo carnal con su esposa. Ahora, el plan "B" y "C" estaban en pleno ejercicio. En un primer momento, él pensaba que su heredero sería su leal mayordomo Eliezer. El conocía bien sus negocios y sería un buen jefe para todo el grupo humano que giraba en torno al patriarca. Pero como buen plan "B" siempre terminaba con un suspiro de insatisfacción y un largo: "Ojalá...". El plan "C" se regía conforme a las costumbres de la antigüedad; una de las esclavas jóvenes de su esposa tuvo relaciones con él para poder procrear al sucesor que tanto le hacia falta. Era como el dicho ése que dice "A falta de pan, buenas son tortas". Pero los planes "C" siempre son problemáticos. Son paliativos pero con devastadores efectos secundarios. Veamos: "Y él se llegó a Agar, la cual concibió; y cuando vio que había concebido, miraba con desprecio a su señora. Entonces Sarai dijo a Abram: Mi afrenta sea sobre ti; yo te di mi sierva por mujer, viéndose encinta, me mira con desprecio; juzgue Jehová entre tú y yo. Y respondió Abram a Sarai: He aquí, tu sierva está en tu mano; haz con ella lo que bien te parezca. Y como Sarai la afligía, ella huyó de su presencia" (Gn.16.4-6). ¡Tremendo argumento de teleserie! Supongo que Abraham tuvo que haber lanzado el consabido "Ojalá..." y con profunda resignación siguió enfrascado en sus aparentemente inalterables circunstancias.

Bueno, ahora el Señor hace su aparición. Cuando ya Abraham tenía casi el rompecabezas completo (salvo unos "pequeños" problemitas por resolver), el Señor hace caer las piezas al suelo diciéndole: "... Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre. Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella" (Gn.17.15-16). El texto del encabezado nos muestra el silencioso "ojalá" de Abraham. Cuando hay asuntos que entran a tramitación en la oficina de "OJALÁS" de nuestra conciencia, duermen el sueño eterno del expediente archivado sin resolver. Por eso, el Señor es más enfático aun con Abraham: "Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él. Y en cuanto a Ismael (el hijo de Agar, la esclava), también te he oído; y he aquí le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera..." (Gn.17.19-20).

Ahora, el "ojalá" de Abraham no sólo lo involucraba a él sino también a Sara, su esposa. Hay muchos sueños que quedan en el terreno de las nubes debido a que todas las personas involucradas no están de acuerdo. El Señor debía trabajar también con la señora de Abraham. " ... ¿Dónde está Sara tu mujer? Y él respondió: Aquí en la tienda. Entonces dijo: De cierto volveré a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo. Y Sara escuchaba a la puerta de la tienda, que estaba detrás de él. Y Abraham y Sara eran viejos, de edad avanzada; y a Sara le había cesado ya la costumbre de las mujeres. Se rió, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo? Entonces Jehová dijo a Abaham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: ¿Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja? ¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo" (Gn.18.9-14). El "ojalá" de Abraham se iba a convertir en realidad porque Dios estaba interponiendo sus buenos oficios. En medio de la naturalidad ("según el tiempo de la vida") Dios obraría milagrosamente, haciendo que esta pareja de ancianos tengan un hermoso fruto. Entrelíneas esta historia nos muestra el gran deseo de Dios por persuadir a sus hijos, para hacerles ver que el terreno de los "imposibles ojalás" es de su propiedad.

Tomado de las “Reflexiones Aterrizadas” de José (Pepe) Mendoza, pp. 13,14

Dios, que el día que yo te sirva, no sea porque una persona vio una necesidad y vio mis talentos y decidió entonces que en esa área yo debía servir.

Dios, que el día que yo te sirva, no sea porque yo vi una necesidad y vi mis talentos y decidí entonces que en esa área yo debía servir.

Dios, que el día que yo te sirva sea porque tú me llamaste y tú me preparaste y tú me equipaste para tú llamado. Y entonces, ahí encontraré que no es una carga, sino un deleite el servirte, porque de ti ha venido la facultad, el querer y el hacer.

“Pablo, apóstol, no por investidura ni mediación humanas, sino por Jesucristo y por Dios Padre, que lo levantó de entre los muerto”

Gálatas 1:1 (Nueva Versión Internacional)

“El mismo Dios que facultó a Pedro como apóstol de los judíos me facultó también a mí como apóstol de los gentiles.”

Gálatas 2:8 (Nueva Versión Internacional)

“Solo podemos crecer en amor por nuestro Salvador en tanto aprendamos más acerca de quién es y lo que ha logrado por nosotros. Que nos importe la verdad no nos aparta de una relación más profunda con Jesús. Nos acerca a El, en mayor adoración y obediencia”

Joshua Harris, ¡Deje De Coquetear Con La Iglesia!, Editorial Unilit (2006), p.86,87

image En 1 Timoteo 3 se enumeran las calificaciones de los pastores: El líder de la iglesia debe ser un hombre que esté por encima del reproche, con dominio de sí mismo, con pensamientos sobrios, respetable, hospitalario, no violento sino gentil, que no busque pelea, que no sea amante del dinero. Observe que las calificaciones se relacionan en su mayoría con la calidad de su vida. Creo que ser pastor es una profesión de carácter. No hay destreza, capacidad de liderazgo o estrategias de comunicación que puedan reemplazar el carácter piadoso. Busque una iglesia done el carácter personal sea más importante que el título, la posición y el éxito.

He encontrado que los líderes más eficientes se ven a sí mismos primero como siervos. Y los líderes con integridad siempre recuerdan que deben rendir cuentas. No se ven ellos mismos como inmunes al pecado, sino que construyen a su alrededor salvaguardas económicas, morales y de toda otra categoría, para impedirse negociar. Se ven a sí mismos como siervos del Gran pastor, y viven a la luz de su responsabilidad ante El.

Joshua Harris, ¡Deje De Coquetear Con La Iglesia!, Editorial Unilit (2006), p.91

“El evangelio no es solo para salvarnos, sino la realidad que nos define cómo debemos vivir cada día de nuestras vidas.”

C. J. Maheney

“No vayas donde haya linda música, buena conversación y bella arquitectura; estas cosas no llenan ni el estómago ni el alma. Ve donde se predique el evangelio, el evangelio que en verdad alimenta tu alma, y ve con frecuencia.”

Charles Spurgeon

“El tipo de iglesia a la que usted quiere pertenecer”, escribe Donald Whitney, “es aquella en la que cuando se lee la Biblia al comienzo del sermón uno puede confiar en que lo que sigue estará basado en la Palabra. Dios creó nuestros corazones, y solo El conoce que es lo que más necesitamos. Y creó nuestros corazones para recibir la Palabra de Dios. Nada nos nutre tanto como su mensaje”.

Tenga cuidado. A primera vista la mayoría de las iglesias parecerán enseñar la Palabra de Dios. La verá impresa en el boletín, escrita sobre las paredes o salpicada a los largo de los servicios. No obstante, estas referencias a las Escrituras no implican necesariamente que la iglesia esté sometida a la Palabra de Dios. Algunos maestros comienzan sus mensajes con la Biblia, pero esto es solo un trampolín para expresas sus propias ideas personales.

Joshua Harris, ¡Deje De Coquetear Con La Iglesia!, Editorial Unilit (2006), p.84

“Los seres celestiales miran hacia abajo a la Iglesia y ven una asombrosa familia. El poder del evangelio no está solo cambiando a las personas, sino también creando un nuevo tipo de humanidad. En medio de un mundo lleno de divisiones, divido por géneros, razas, clases e ideologías políticas, la Iglesia es una cuidad sobre una colina donde la gente que antes odiaba a Dios y se odiaban entre sí se convirtieron en los hijos de Dios y miembros de una misma familia.”

Joshua Harris, ¡Deje De Coquetear Con La Iglesia!, Editorial Unilit (2006), p.33

imageJoshua Harris nos recomienda hacernos las siguientes 10 preguntas al momento de decidir en qué iglesia nos congregaremos:

1. ¿Es esta una iglesia donde se enseña con fidelidad la Palabra de Dios?

2. ¿Es esta una iglesia donde importa la sana doctrina?

3. ¿Es esta una iglesia donde se atesora y proclama con claridad el evangelio?

4. ¿Es esta una iglesia comprometida a llegar a los no cristianos con el evangelio?

5. ¿Es esta una iglesia cuyos líderes se caracterizan por la humildad y la integridad?

6. ¿Es esta una iglesia donde las personas se esfuerzan por vivir según la Palabra de Dios?

7. ¿Es esta una iglesia donde puede encontrar y cultivar relaciones según los caminos de Dios?

8. ¿Es esta una iglesia en la que se desafía a los miembros a servir?

9. ¿Es esta una iglesia que está dispuesta a echarme fuera?

10. ¿Es esta una iglesia a la que me quiero unir “así como es”, con entusiasmo y fe en Dios?

Joshua Harris, ¡Deje De Coquetear Con La Iglesia!, Editorial Unilit (2006), p.83-96