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“Las pruebas, las tentaciones y las decepciones, todas ellas, son ayuda para nosotros en lugar de obstáculos, si se las mismas son utilizadas de manera correcta. Ellas no sólo prueban las fibras de nuestro carácter, sino que lo fortalecen. Cada tentación conquistada representa una nueva fuente de energía moral. Cada prueba soportada y resistida con el espíritu correcto convierte el alma en más noble y fuerte de lo que era antes.” James Buckham

Lies We Tell Ourselves” Greg Laurie

Uno de los libros que he estado leyendo recientemente es el de Watchman Nee titulado “El Carácter del Obrero de Dios”.

En este libro Nee detalla las distintas características que debe tener el carácter de un obrero de Dios, entre las cuales se encuentra “el saber escuchar”. Al respecto, el comenta lo siguiente:

“Ésta es una necesidad desesperada de aquellos que están involucrados en la obra del Señor. Es lamentable que muy pocos creyentes sepan escuchar a los demás. Algunos pueden pasarse una hora entera hablando con un hermano; sin embargo, al final, éste tal vez no sepa ni de qué se le habló. Nuestra habilidad para escuchar es muy deficiente. Si no somos capaces de oír lo que las personas nos dicen, ¿cómo podemos oír lo que Dios nos dice?.

Cuando alguien se siente a hablar con nosotros debemos ser capaces de entender claramente todo lo que nos dice. Pero, si no somos capaces de entender las palabras de los hombres, dudo mucho que tengamos la habilidad para entender lo que Dios nos habla en nuestro interior. Si no podemos entender las palabras audibles del hombre, ¿cómo podremos entender las palabras que Dios nos habla en nuestro espíritu?”

Cuando abrí mi lector de noticias en la tarde de hoy, estas fueron las tres noticias que más llamaron mi atención:

  • Rick Welts, ejecutivo de la NBA, anuncio públicamente que es gay (leer mas).
  • Arnold Schwarzenegger, reconocido actor de cine, y funcionario del gobierno de los Estados Unidos, admitió que tiene un hijo de 10 años fuera de su matrimonio, el cual tuvo con una empleada doméstica que trabajó en su hogar por 20 años (leer mas).
  • Francia reacciona con preocupación, indignación y tristeza, a la detención del director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, quien fue arrestado por asalto sexual a una ama de llaves de un hotel en Nueva York. (Leer más)

¿Qué es lo que tienen nuestros impulsos sexuales, que pueden sacarnos en un momento de nuestra cordura y hacernos proceder de una manera tal, que aun sabiendo las consecuencias que atraeremos, nos entregamos a placeres ilícitos y peligrosos?

Obviamente no hablo en contra de los impulsos sexuales, porque los mismos son creación de Dios. Pero cuando dichos impulsos nos llevan más allá de los límites que Dios ha establecido, entonces nos encontramos en serios problemas.

Creo que estamos en un momento histórico en la humanidad, donde los hombres tenemos que hacer un esfuerzo extraordinario para rechazar el acomodamiento a la cultura pornificada en que nos encontrarnos, y desarrollar nuestros músculos espirituales mediante la abnegación, el autocontrol, y el rechazo a la gratificación sexual instantánea y anti bíblica.

Dios nos ayude en esta lucha que pareciera imposible en nuestras fuerzas humanas, pero posible a través del poder del Espíritu de Dios trabajando en nuestras vidas.

¿Por qué me fuí en el semáforo en rojo?

  • Porque necesitaba llegar más rápido a mí destino.

¿Por qué instalé esa licencia ilegal de software en mi computadora?

  • Porque la necesitaba, y no era verdad que yo iba a pagar los dólares que valía tener una licencia legal.

¿Por qué me permití deleitar mis ojos al mirar el cuerpo de esa chica sensual que apareció en la televisión?

  • Porque mi cansancio y mi stress demandaban que buscara una forma de relajarme.

¿Por qué no puedo levantarme 30 minutos más temprano cada mañana para tomar un tiempo y presentarme delante de Dios y buscar de su dirección para mi vida?

  • Porque no quiero perderme esos preciosos 30 minutos de sueño antes de tener que irme a trabajar.

¿Por qué dije esa mentira a aquella persona, sabiendo que mis palabras no eran verdaderas?

  • Porque no quería encontrarme frente a la vergüenza de admitir que no había cumplido con la tarea asignada.

¿Por qué escucho esa canción cuando sé que las letras detrás de la misma son un grito de apoyo claro a la inmoralidad y atenta contra todo aquello que Dios llama bueno y justo?

  • Porque me gusta la calidad de la música y la voz de la cantante.

¿Por qué le hablé airadamente a mi esposa?

  • Porque ella me faltó el respeto al cuestionar mi manera de pensar sobre un asunto determinado.

¿Por qué le pegué airadamente a mi hijo?

  • Porque estoy cansado de repetirle lo mismo y no pude controlar mi enojo.

¿Por qué le hablé tan groseramente al mesero del restaurant donde cenaba?

  • Porque no me trajo la comida en el tiempo que la esperaba, y luego que la trajo, no era el plato que le había ordenado.

¿Por qué gasto tanto dinero en cosas que no necesito?

  • Porque tengo que mostrarle al mundo que no estoy quedándome atrás a las modas del momento.

Al final, cuando veo mi vida y evalúo mis acciones recientes y pasadas, no me queda otra cosa que admitir que todos mis pecados se tratan de mí. Los mismos son el resultado de yo querer tener una vida más placentera para mí mismo (mi carne), y donde yo no tenga que hacer sacrificio alguno que atente contra mi comodidad, aunque esto signifique desagradar a Dios.

Esto no lo escribo para querer sonar filosófico o como un pensamiento que deseo presentar esta noche para meditar. Esta es la realidad de un corazón pecador.

Esta noche mi corazón hace coro con las palabras del salmista cuando levanta su clamor al Señor en el Salmo 51 con las siguientes palabras:

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de tu presencia, y no quites de mí tu santo Espíritu. Restitúyeme el gozo de tu salvación, y sostenme con un espíritu de poder.” Salmo 51:10-12 (LBLA)

Vivimos en una sociedad difícil. No solo este mundo nos invita a vivir nuestras vidas siguiendo todos los deleites que nuestro corazón desee (siempre y cuando no le hagamos daño a nadie, claro), sino que la intensidad con que nos presenta dicha invitación, y los distintos medios que utiliza para presentarnos la misma, hace que los cristianos nos encontremos en una batalla sin cuartel por vivir de la manera que le agrada a Dios. No pasa una sola hora del día donde no nos encontremos luchando en esta batalla, tomando decisiones a favor de agradar a Dios o a favor de agradar a nuestra carne.

Tranquilidad me dan las palabras de San Pablo a los Filipenses cuando dice:

Estando convencido precisamente de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús.” Filipenses 1:6

Al final tengo que llegar a la conclusión de que mi vida no se trata de mí, sino de Dios.

Ni si quiera se trata del llamado que Dios haya puesto sobre mi vida para servirle, sino de Dios.

Se trata de nosotros acercarnos a EL y conocerle más. Se trata de dejar que EL viva su vida a través de nosotros, aunque en ese proceso, suframos el fuerte dolor de reconocer que nuestra vida no se trata de nosotros, sino de EL.

El que se apega a su vida la pierde; en cambio, el que aborrece su vida en este mundo, la conserva para la vida eterna. Quien quiera servirme, debe seguirme; y donde yo esté, allí también estará mi siervo. A quien me sirva, mi Padre lo honrará. “Juan 12:25-26 (NVI)

Que el ejemplo de las palabras de Jesús cuando se acercaba la hora de su apresamiento y muerte nos sirvan de ánimo esta noche para las fuertes batallas que tendremos por delante:

Ahora todo mi ser está angustiado, ¿y acaso voy a decir: "Padre, sálvame de esta hora difícil"? ¡Si precisamente para afrontarla he venido! ¡Padre, glorifica tu nombre!” Juan 12:27-28a (NVI)

Sobre la reciente noticia del presidente de los Estados Unidos sobre el asesinato de Osama bin Laden, Albert Mohler ha escrito un excelente artículo en su blog titulado: “El juicio que aún ha venir - La muerte de Osama bin Laden y los límites de la justicia humana”.

En el mismo el comenta lo siguiente:

“Existen dos aspectos preocupantes que siempre permanecerán. El primero es la celebración abierta realizada en las calles. Mientras nosotros debemos estar alegres de que esta amenaza ha sido removida, la muerte en si misma nunca debe ser un hecho de celebración. Este tipo de celebración apunta al peligro que representa la venganza como una emoción poderosa dentro del ser humano. La venganza no tiene lugar entre aquellos que honran la justicia. La justicia retributiva es la justica sobria, y la razón de esto es simple: Dios es capaz de realizar la venganza, lo cual es perfectamente fiel a su propia justica y perfección. Pero los seres humanos no lo son. Nosotros tendemos a errar en la medida de la justica cuando se trata de resolver nuestros propios reclamos. Todas las personas de buena voluntad deben estar contentas de que Bin Laden ya no es una amenaza personal, y que su muerte puede debilitar aún más los planes y aspiraciones terroristas. Pero la venganza no es una motivación digna de justica, y la celebración en las calles no es una respuesta digna.

El segundo aspecto preocupante es sólo una parte de lo que significa vivir en un mundo en el que la verdadera justicia es siempre difícil de alcanzar. Osama bin Laden está muerto, pero nosotros nunca tuvimos la satisfacción de verlo apresado, juzgado, condenado y sentenciado. Nos robaron la satisfacción de ver las pruebas contra él establecidas, y verlo responder al mundo sobre sus acciones y planes asesinos. Nos robaron de la satisfacción moral que viene por medio de un veredicto justo y claro, seguido por una sentencia justa y adecuada.

Pero, como siempre ocurre, nos quedamos con la sensación de que un tribunal superior sigue siendo necesario. Los cristianos saben que Osama bin Laden escapó al alcance de toda la justicia humana y a un juicio por sus crímenes, pero él no escapará a al juicio que está por venir. Bin Laden no escapará a su juicio ante el tribunal de Dios. Hasta entonces, la satisfacción debe ser lo suficientemente sobria para los que siguen en la tierra de los vivos.”