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El pasado sábado 27 de Abril Marc Anthony debutó en iTunes su nueva canción titulada “Vivir Mi Vida”, una adaptación de la canción “C’est La Vie” de Cheb Khaled, y la cual es el primer sencillo de su próximo nuevo álbum.

Musicalmente encontré la canción con arreglos muy buenos, un coro pegajoso y una muy buena interpretación de Marc Anthony. Pero hablemos un poco de las letras de esta canción y el mensaje que nos transmite:

Marc toma su lado melancólico para aconsejarnos por medio de la música en cómo los seres humanos debemos enfrentar las aflicciones, heridas y dolores que encontraremos en este mundo. Los que hemos leído aunque sea un poco del mundo de la farándula sabemos que la vida sentimental de Marc no ha estado muy bien en los últimos tiempos, por lo que me imagino eso ayudó a que Marc entonará la canción con mucho más sentimiento.

La canción nos dice lo siguiente:

A veces llega la lluvia para limpiar las heridas
A veces solo una gota puede vencer la sequía
Y para que llorar, pa´que si duele una pena se olvida
Y para que sufrir, pa´que si así es la vida y hay que vivirla

Voy a vivir el momento para entender el destino
Voy a escuchar el silencio para encontrar el camino
Y para que llorar, pa´que si duele una pena se olvida

Voy a reír voy a bailar, Vivir mi vida, la la la la
Voy a reír voy a gozar, Vivir mi vida, la la la la

Voy a reír voy a bailar
Pa´que llorar pa´que sufrir empieza a soñar a reir
Voy a reír voy a bailar
Siente y baila y goza, que la vida es una sola
Voy a reír voy a bailar
Sigue, sigue, siempre pa´lante y no mires pa´atrás

El problema con esta canción se encuentra en que esto es lo que mejor que el mundo nos puede ofrecer para sanar nuestras heridas: reír, bailar, gozar y vivir nuestras vidas como queramos. Por un lado me alegra el que una canción exprese tan claramente la forma en que el mundo ve las aflicciones y propone sanarlas, porque solo así podemos analizar su mensaje y ver si el mismo se ajusta a la realidad. ¿Puede realmente el baile, la gozadera, el reír, el dejar de llorar, el vivir el momento y el tratar de entender el destino sanar las heridas profundas de nuestra alma?

Definitivamente que no. Charles Colson dijo una vez que verdadero es todo aquello que se ajusta a la realidad, y este consejo que nos provee las letras de la canción que Marc Anthony nos trae en esta ocasión no es congruente con la vida misma. Los que hemos sufrido y hemos sido maltratados sabemos que este consejo no es suficiente para sanar nuestras heridas. Las oculta muy bien por un rato, pero nunca las sana.

Cuando yo vine a Cristo a la edad de 17 años yo era un joven con muchas heridas. La chica de la cual estaba enamorado no me hacía caso, mi mejor amigo me había traicionado, mis padres seguían divorciados, y los complejos que tenía desde mi niñez me tenían destrozado.

Y por más que traté de reír, bailar, gozar y vivir mi vida, nada de esto pudo sanar mis heridas, sino que por el contrario, las agrandaron más. No fue hasta que conocí a Jesús que encontré el verdadero amor y la verdadera sanidad para mis heridas. Jesús nos dice en Juan 16:33 que en el mundo encontraremos aflicciones, pero a la vez nos promete que en EL (Jesús) encontraremos la paz que necesitamos, porque EL ya ha vencido al mundo.

Los cristianos no podemos conformarnos a los consejos que el mundo nos ofrece para la solución de nuestros problemas, sino que tenemos que evaluar todo argumento a la luz de las escrituras, y ver si los mismos se ajustan a una visión bíblica de la vida.

Así que Marc, aunque te considero uno de los cantantes latinos más talentosos de la actualidad, lamento decirte que tu solución para las heridas que encontraremos en este mundo no se encuentra en este mismo mundo, sino fuera de él. Se encuentra en una persona, la cual ha pagado el precio necesario para que los seres humanos podamos encontrar paz, plenitud y propósito en nuestras vidas. Su nombre es Cristo.

En Gálatas 3:28 la Biblia nos dice: “No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús.”
 
En Cristo no hay distinción, ni de ricos, ni de pobres. Como cristianos no debemos condicionar nuestro trato hacia alguien por su posición social. Ya sea que un hermano sea de escasos recursos o de muchos, la expresión del amor de Cristo debe ser la misma, para no caer en favoritismos ni en acepción de personas, ya que la Palabra de Dios nos enseña en Santiago 2:1-4:
“Hermanos míos, la fe que tenéis en nuestro glorioso Señor Jesucristo no debe dar lugar a favoritismos. Supongamos que en el lugar donde os reunís entra un hombre con anillo de oro y ropa elegante, y entra también un pobre desharrapado. Si atendéis bien al que lleva ropa elegante y le decís: «Siéntate aquí, en este lugar cómodo», pero al pobre le decís: «Quédate ahí de pie» o «Siéntate en el suelo, a mis pies», ¿acaso no hacéis discriminación entre vosotros, juzgando con malas intenciones?”

Es clara su palabra, hagamos lo posible para vivirla y para ponerla por obra, que nuestro amor sea para todos sin distinción ya que nuestro Señor, ejemplo nos dio y mandato nos dejó. Saquemos esa distinción de nuestras vidas, ese pecado que mancha nuestra ropa y no tengamos de nosotros un concepto más alto del que debemos tener, conscientes siempre de que el orgulloso y el altivo no agradan a Dios. Así que vamos a ser como el maestro, que siendo rey se hizo siervo. Hagámonos siervos de los siervos y aún de aquellos altivos y difíciles de sobrellevar. Paremos nuestra naturaleza pecaminosa y transitemos por el camino de la excelencia que Cristo nos preparó. Y recordemos que los débiles del mundo escogió Dios para avergonzar a los fuertes (1 de Corintios 1:27).