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Que diferentes son nuestros sermones de hoy a los de Jesucristo

En ocasiones creo que la mejor señal que puede tener un hombre de que está predicando el Evangelio de Cristo y no simplemente entregándose a su propia fantasía es que ciertas personas objeten con virulencia a lo que está diciendo y se sientan disgustadas y resentidas con él por haberlo dicho.

…al leer los Evangelios no hay nada tan claro como el hecho de que la predicación de Jesucristo solo tenía dos posibles efectos en su audiencias: o bien salvaba a los hombres o bien los enemistaba por completo y les hacía oponerse, perseguir, amenazar e insultar.

¡Qué diferente es la situación que se presenta en el Nuevo testamento de la imagen que presenta hoy la Iglesia y la idea que se tiene de ella en estos tiempos! En la actualidad, las personas conciben la iglesia como un lugar que atrae a cierto tipo de personas débiles, emocionales y sosas, donde se dan discursos completamente inofensivos e inertes, donde se habla de “amor” y “belleza”, donde se pregonan “pensamientos hermosos” e “ideas bellas”, donde se hablan palabras tranquilas, reconfortantes y de ánimo y donde, por encima de todo, no se debe decir nada que pueda perturbar a alguien y mucho menos moleste o irrite. La iglesia se considera una especie de botica donde se distribuyen medicamentos y remedios tranquilizantes y donde todo el mundo debe sentirse cómodo. Y el tema esencial de la iglesia debe ser “el amor de Dios”.

… Si alguna vez hubo alguien que conoció el amor de Dios, si alguna vez se predicó y entendió el amor de Dios, si alguna vez hubo una autoridad en ese amor, ese fue Jesucristo. Dijo que había venido a la Tierra por él, hizo su obra sustentando por él, lo reveló en sus milagros y maravillosas obras, estuvo dispuesto a morir por él y, sin embargo, ¿Qué efecto produjo en sus audiencias? ¿Volvieron todos del culto a casa sonriendo y felices, sintiéndose complacidos y satisfechos consigo mismos? ¿Fue su ministerio perfecto uno en que nadie se ofendía y nadie mostraba resentimiento alguno? ¿Evidencian sus cultos lo que es tan popular en la actualidad: edificios con la “tenue luz religiosa” donde se cantan agradables himnos, se ofrecen agradables oraciones y un “breve” sermón de buen gusto y con notas culturales?

Martin Lloyd-Jones, Sermones Evangelísticos, Editorial Peregrino (2003), p.224-226

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