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“Una esposa que sólo te inunda con una lluvia de elogios, nunca está en desacuerdo contigo, y evita los conflictos a toda costa, es una compañera permisiva más que una ayuda santificadora.”

Mark Driscoll, Real Marriage: The Truth About Sex, Friendship, and Life Together, Thomas Nelson (January 3, 2012), p. 41.

“El mayor regalo de la gracia que un hombre puede recibir, es una esposa piadosa, temerosa de Dios y amante de su hogar, en la que él pueda confiar todos sus bienes, su propio cuerpo y su vida misma.”

Martín Lutero

Citado por Mark Driscoll, Real Marriage: The Truth About Sex, Friendship, and Life Together, Thomas Nelson (January 3, 2012), p. 22.

“El amor al aplauso es el veneno mortal de la verdadera piedad. Otros vicios dan a luz malas obras, pero éste da a luz buenas obras de una manera perversa.”

Agustín de Hipona

Tomado del artículo de Rusell D. Moore titulado: Should I Marry a Man with Pornography Struggles?

Demasiadas mujeres de hoy están viendo las películas "The Notebook" o "Twilight" en busca de indicadores para determinar el tipo de hombre con quien se deben casar, cuando en realidad deberían estar viendo la película "El Hombre Lobo".

¿Ha visto usted alguna vez una de esas películas viejas sobre el Hombre Lobo? Usted sabe, aquella película en la que un hombre aterrorizado y bañado en sudor se amarra a si mismo con cadenas en un sótano y le dice a sus amigos: "Hagas lo que hagas, no importa lo que yo diga o cómo les ruegue, no me dejen salir de aquí." Él ve la llegada de la luna llena y está tomando las medidas de lugar para proteger a todos de sí mismo.

En un sentido muy real, de eso se trata la vida cristiana. Todos tenemos puntos de vulnerabilidad; áreas de susceptibilidad al pecado y a la autodestrucción. Y hay seres caminando en el universo que ven estos puntos y saben cómo colaborar con nuestra biología y nuestro alrededor para masacrarnos.

Entender sabiduría significa saber donde se encuentran esos puntos débiles, reconocer el engaño por lo que es, y mantenernos en guerra contra nosotros mismos con el fin de mantenernos fieles a Cristo y a aquellos a quienes Dios nos ha dado.

Lo que usted necesita como mujer no es un hombre sin pecado, sino un hombre profundamente consciente de su pecado y de su potencial para cometer otros pecados. Usted necesita un hombre que pueda ver lo capaz que es de destruirse a sí mismo y a su familia. Usted necesita un hombre que posea la suficiente sabiduría para, como dijo Jesús, sacar de él todo lo que le esté arrastrando hacia la autodestrucción.

La pornografía es una tentación universal precisamente porque hace exactamente lo que los poderes satánicos desean hacer. Arremeter contra la naturaleza trinitaria de la realidad, una comunión de amor entre las personas, sustituyéndola por un unitarismo masturbador.

La pornografía se rebela contra la imagen de Cristo y su Iglesia mediante la interrupción de la unión de una sola carne, dejando a las parejas como a nuestros antepasados ​​prehistóricos, escondiéndose el uno del otro y de Dios en la oscuridad de la vergüenza.

La pornografía ruge, como Satanás siempre lo hace, en contra de la Encarnación (1 Jn. 4:2-3), sustituyendo la intimidad entre dos personas, con la ilusión de una intimidad individual.

No hay garantía de que usted pueda mantener su matrimonio de la infidelidad, ya sea digital o carnal, pero usted puede asegurarse de que el hombre con quien usted se casará sepa lo que está en juego, sepa como arrepentirse, y conozca el significado de luchar contra el mundo, la carne y el diablo todo el camino hacia una cruz.

En definitiva, encuentre a un hombre que sepa identificar su "luna llena", lo que lo conduce a la vulnerabilidad de su yo bestial. Encuentre a un hombre que sepa cómo subvertirse a si mismo, y como solicitar ayuda a los demás.

Usted no encontrará una bala de plata contra todo esto, pero puede que encuentre a un hombre lobo aferrado al evangelio.

Para el secularista, la muerte es como pasar de un acantilado a un abismo negro compuesto de nada. Para el musulmán, la muerte es enfrentarse a un terrible juicio. Y para muchas religiones orientales, la perspectiva es igualmente sombría: después de la muerte, la ley del karma decreta que la gente debe pagar la pena por lo que han hecho en esta vida, siendo reencarnados de acuerdo a sus acciones pasadas. Pero para el cristiano, seguro de su eternidad con el Señor, "el morir es ganancia" (Filipenses 1:21).

Charles W. Colson, How Now Shall We Live?, Tyndale House Publishers (1999), p 136

Si, los juguetes (celulares, iPads, vehículos, relojes, televisores, computadoras y demás) nos entretienen por un tiempo luego de que los adquirimos, pero no pasa mucho tiempo antes de que pierdan su brillo ante nuestros ojos y nos demos cuenta que solo son un pedazo de metal, mientras nuestro corazón anhela por algo más.

Si, conquistar el corazón de la mujer a la que amamos nos hace saltar de alegría, y nos deja varias noches sin dormir mientras nos sentimos dominados por las emociones. Pero no pasa mucho tiempo después cuando sentimos las emociones disminuir, mientras nuestro corazón anhela por algo más.

Si, alcanzar la meta profesional que nos hemos trazado nos hace sentir orgullosos mientras celebramos el éxito adquirido, pero no pasa mucho tiempo después cuando nuevamente sentimos el mismo vacío que antes sentíamos mientras nuestro corazón anhela por algo más.

Esta es la razón por la que yo vine a Cristo. Nada pudo llenar el vacío que se encontraba dentro de mi corazón. Ni mis padres, ni mis amigos, ni las cosas materiales, ni los placeres de este mundo, ni el éxito empresarial de mis padres. Al final, todo eso solo me dejó llenó de heridas mientras trataba de llenar mi vacío existencial con las cosas temporales de este mundo. No fue sino hasta que encontré a Jesús que mi vida encontró sentido. Diecinueve años han pasado desde que mi hambre fue saciada y mi corazón encontró lo que tanto anhelaba.

Alguien dijo una vez que el ser humano es como un rompecabezas, donde una de las piezas es del tamaño de Jesús, y que por lo tanto, solo Jesús lo puede completar.

No perdamos mas tiempo deleitándonos en los placeres pasajeros y engañosos de este mundo, que solo deslumbran por su brillo, cuando al final siempre nos dejan anhelando por algo más.

“Nuestra unión con Jesucristo está eternamente asegurada porque la misma se fundamenta en su eterno amor, y no en nuestras propias fuerzas o nuestras propias obras.”

Joe Thorn

Una buena reflexión para iniciar el año:

Entonces Samuel tomó una piedra y la colocó entre Mizpa y Sen, y la llamó Eben-ezer, diciendo: Hasta aquí nos ha ayudado el SEÑOR.” 1 Samuel 7:12 (LBLA)

La expresión “hasta aquí” se asemeja a una mano que señala el pasado. Transcurrieron 20 o 60 años, sin embargo, “hasta aquí nos ha ayudado el Señor”. A través de la pobreza y la riqueza; la enfermedad y la salud; en la patria, en el extranjero; en la tierra, en el mar; en honra y en deshonra; en perplejidad, en gozo, en aflicción, en triunfo, en oración y en tentación, “hasta aquí nos ha ayudado el Señor”…

Pero esta expresión apunta también hacia adelante. Cuando un hombre levanta cierta señal y escribe en ella “hasta aquí”, indica que aún no llegado al final, y que por lo tanto, tiene todavía que recorrer cierta distancia. Mas pruebas, mas alegrías; mas tentaciones, mas triunfos; mas oraciones, mas respuestas; mas fatigas, mas fuerzas; mas luchas, mas victorias.

Después vienen las enfermedades, los achaques y la muerte. ¿Y con esto se termina todo? ¡No!; hay mas aun:

El despertar a la semejanza de Jesús, los tronos, las arpas, los cantos, los salmos, los vestidos blancos, el rostro de Jesús, la compañía de los santos, la gloria de Dios, la plenitud de la eternidad y la inmensidad de la gloria.

Anímate creyente, y con agradecida confianza levanta tu Eben-ezer, pues el que te ayudó hasta aquí, te ayudará hasta el fin de la jornada.

¡Cuan maravilloso es el panorama que la expresión “hasta aquí” presenta a nuestros ojos, cuando la consideramos a la luz del cielo!

Charles Spurgeon, Lecturas Matutinas, Editorial Clie (2007), Día 29 de Diciembre