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¿Qué es lo que mas valoramos en nuestros líderes?

¿Qué es lo que los cristianos valoramos principalmente en nuestros líderes - predicadores, maestros, pastores, escritores, televangelistas, responsables máximos en los ministerios paraeclesiales, hombres con dinero que financian a las iglesias y otras empresas cristianas y demás gente con puestos claves en nuestro sistema?. La respuesta no parece ser su santidad, sino más bien sus dones, habilidades y recursos.

El número de líderes (y otros creyentes) norteamericanos que en años recientes se han hecho culpables de mentiras sexuales y financieras, y que al ser desafiados no han querido responder por ellos ante ninguna parte del cuerpo de Cristo, es alarmante. Pero más todavía lo es la forma en que, después de haber sido desenmascarados púbicamente, y de unas pocas palmadas en la muñeca, pueden pronto reemprender su ministerio y seguir adelante como si nada hubiera pasado, disponiendo aparentemente de tanto apoyo como antes.

Declarar que los cristianos creen en el perdón de los pecados y en la restauración de los pecadores no viene al caso. Lo que estoy diciendo es que la rapidez de su rehabilitación demuestra que los valoramos mas por sus dones manifiestos que por su santidad demostrada, debido a que la idea de que solo la gente santa será probablemente útil en el terreno espiritual no cobra mucha importancia en nuestras mentes.

Hace más de siglo y medio, el pastor escocés y predicador de avivamiento Robert Murray McCheyne declaró:

La mayor necesidad que tiene mi gente es mi santidad personal”.

Parece claro que ni los ministros religiosos modernos ni sus rebaños estarían de acuerdo con la valoración de McCheyne.

En el pasado, cuando su iglesia ha nombrado algún comité para buscar su siguiente pastor, estoy seguro de que habrá trazado un perfil muy preciso de los dones requeridos, pero ¿Cuánto énfasis han puesto en la crucial necesidad de encontrar a un hombre santo? ¿adivino?

J.I. Packer, El Renacer de la Santidad, Editorial Caribe (1995), p.31

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