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Puedo pensar en dos razones:

1. Muestra nuestra insatisfacción en Dios y su propósito en nuestras vidas.

Si tenemos envidia es porque no estamos satisfechos con lo que Dios es para nosotros, y con lo que en su soberanía y perfecta voluntad ha permitido en nuestras vidas.

Una de las cualidades que podemos encontrar en la vida de un cristiano maduro es su "contentamiento", sin importar las situaciones difíciles que esté enfrentando, debido a que sabe que el control y cuidado de su vida no están en sus propias manos, sino en las de Dios (Mateo 6:25-34, Romanos 8:28).

Un ejemplo tremendo de esto son las palabras del apóstol Pablo en su carta a los Filipenses:

"No que hable porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación. Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad; en todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece."

Filipenses 4:11-13

2. La envidia va de la mano de la codicia, la cual es idolatría.

Como dos hermanas inseparables, así son la envidia y la codicia. Es imposible que exista una sin la otra. Ambas siempre van de la mano.

Si tenemos envida en nuestro corazón es porque estamos codiciando algo que posee otra persona.

La Palabra de Dios nos dice en el libro de Exodo lo siguiente:

“No codiciarás la casa de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo.”

Éxodo 20:17

Sobre el pecado de la codicia y su relación con la idolatría, John Piper nos comenta lo siguiente:

“La codicia es desear algo de tal manera que perdemos nuestro contentamiento en Dios...

¿Alguna vez has considerado que los 10 mandamientos empiezan y terminan virtualmente con el mismo mandamiento - “No tendrás otros dioses delante de mí” (Exodo 20:3) y “No codiciarás” (Exodo 20:17)? Son practicamente mandamientos similares. Codiciar es desear algo en vez de a Dios de tal manera que refleja una falta de contentamiento y de satisfacción en EL. La codicia es igual a un corazón dividido entre dos dioses”

John Piper, Battling Unbelief: Defeating Sin with Superior Pleasure

Es imposible controlar que los pensamientos de envidia vengan a nuestra vida, debido a la naturaleza caída que aún tenemos en nosotros, pero si podemos controlar que haremos con ellos una vez nos han visitado, y es llevarlos cautivos a la obediencia de Cristo (2 Co. 10:5) mediante el poder del Espíritu Santo que mora en nosotros.

Sermón predicado por el pastor Miguel Núñez de la Iglesia Bautista Internacional el pasado 22 de Febrero del año 2009.

Los textos bases son Esdras 5:1-2 y Hageo 1. El sermón puede ser descargado aquí.

A continuación un extracto del mensaje.

No hay nada como la Palabra de Dios para iluminar la conciencia de una persona.

[No obstante], la mera exposición a la Palabra de Dios no despierta la conciencia.

¿Cuántas personas no van a la iglesia domingo tras domingo, y luego de escuchar la Palabra permanecen dormidos?, Esto es porque se requiere de una doble acción. Hay una acción soberana que tiene que ver con la responsabilidad de Dios, de que su Espíritu obre por medio de la Palabra, porque es algo que solo Dios puede hacer, pero hay una responsabilidad que le corresponde al hombre, y que siempre hemos hablado que no sabemos exactamente donde se juntan estas dos cosas.

Pero la responsabilidad que a mí me toca es de estar siempre dispuesto, al oír la Palabra de Dios, de ser confrontado por ella.

Yo necesito venir a la Palabra de Dios (cuando la leo y cuando vengo a la iglesia), no con el fin de salir del paso, o de cumplir con ese día, o para sentirme bien, sino, estando dispuesto a ser iluminado, confrontado, cambiado, edificado, transformado, despertado, desafiado, santificado, y sanado, para finalmente ser usado.

Lamentablemente muchos, aún en los hijos de Dios, vienen a oír un sermón no con esa disposición de espíritu, sino para escuchar lo que el predicador tiene que decir para ver como lo pueden contradecir.

Sermón predicado por el pastor Miguel Núñez de la Iglesia Bautista Internacional el pasado 15 de Febrero del año 2009.

El texto base es Esdras 4:1-5, y el sermón puede ser descargado aquí.

A continuación un extracto del mensaje.

Cada vez que sientas desánimo, independientemente de la razón, eso no viene de Dios. No es la naturaleza de Dios desanimar a sus hijos.

Cada vez que te sientas amedrentado, eso no viene de Dios. No es parte del carácter benevolente de Dios inyectar miedo a sus hijos, cuando EL mismo dice en su palabra más de 365 veces "No Temas", de una u otra manera.

Pero cuando sientas oposición no intuyas inmediatamente que eso es equivalente a que no estamos en la voluntad de Dios.

Nunca habrá mayor oposición que cuando un hombre es prendido en fuego por la antorchar del Señor para hacer el trabajo de Dios.

Escucha lo que Martín Lutero decía:

"Dios y Satanás utilizan diferentes tácticas en cuanto al temor.

Dios al principio nos deja sentir el temor, de manera que nosotros podamos a sentir su consuelo y fortaleza.

Satanás al principio nos hace sentir confiados, en nuestros orgullos y pecados, para luego abrumarnos de miedo y de desesperación."

Dios nos ha dejado ver claramente en su palabra, que en este mundo tendremos tribulación, pero que en EL, no en el mundo, tendremos paz.

La paz no es ausencia de conflictos, sino la seguridad que yo siento de que cuando yo estoy en mis peores circunstancias y completamente fuera de control, mi Dios permanece en su trono completamente en control de mi vida y de todo el universo que se mueve alrededor de mi.

Estamos en un mundo caído, corrompido y turbulento, que es un ciclón continuo.

En el ojo del ciclón, desde donde Dios controla el ciclón, hay una gran paz.

Mientas mas nosotros estamos centrados en Dios y no en las circunstancias, más tranquilos y en paz podremos estar.

Me gusta escuchar una buena oratoria. Personas que son carismáticas y que tienen talento para expresarse bien, me hacen detenerme a escucharlos sin importar el tema que estén disertando.

Desde la primera vez que escuche hablar a Barack Obama quedé impresionado y atraído por su carisma al hablar frente a multitudes.

No obstante, últimamente he comenzado a entender porque el carácter de una persona siempre será mas importante que su carisma o sus talentos.

La decisión de Barak Obama en nominar a David Ogden como Fiscal General Adjunto de los Estados Unidos me ha dejado perplejo.

David Ogden ha sido un importante defensor de la pornografía en ese país, sobretodo asegurándose de que la misma sea distribuida fácilmente y esté disponible en todos los medios disponibles y en cualquier localidad posible. Ha peleado casos en Puerto Rico con el fin de permitir a la empresa Playboy transmitir programación explicita en la televisión, y también representó a Philip Harvey, quien dirige el negocio de ventas de material pornográfico por correo más grande de los Estados unidos, con el fin de desviar al Departamento de Justicia de los Estados Unidos de una investigación a su negocio.

Como si esto fuera poco, en el año 2000 presentó una demanda exigiendo que se permita que los materiales pornográficos estén disponible en las librerías públicas.

Esto podría ser una muestra de que el interés principal en esta decisión política está más bien en agradar a un grupo específico de personas antes de hacer lo correcto.

Les dejo con un escrito de Albert Mohler al respecto el cual recomiendo leer.

Pueden leerlo aquí (está en inglés.).

Si soy lo bastante sincero conmigo mismo tengo que admitir que en ocasiones he cometido el error de compararme con otras personas, y al hacerlo, siempre acabo pecando.

El pecado se debe a que al compararme con los demás siempre término en una de las siguientes dos posiciones:

1. Sintiéndome superior a otros, debido a algún talento, efecto material, o cualidad física, que Dios me haya dado y que mi hermano no tiene.

2. Sintiéndome inferior a otros, debido a algún talento, efecto material, o cualidad física, que Dios le haya dado a otros y que yo no tengo.

Ambos sentires son pecaminosos debido a que no existe un ser humano en toda la tierra que sea superior o inferior a otro. Todos somos pecadores necesitados de Dios, y todo lo que tenemos y somos se lo debemos únicamente y exclusivamente a EL.

Una parábola en la que he estado meditando en las últimas semanas y que me ha confrontado mucho es la Parábola de los Talentos presentada en Mateo 25:14-30.

En la misma vemos la historia de 3 siervos a los que su Señor les responsabilizó sus bienes antes de salir a realizar un viaje lejano.

A uno de sus siervos le entregó 5 talentos, a otro 3 y al último 1, sin embargo, cuando el Señor regresó de su viaje y vino a arreglar cuentas con cada uno de sus siervos, solo 2 de los tres habían multiplicado los talentos entregados, mientras que el tercero no hizo nada con él, más que enterrarlo en la tierra hasta que viniera su Señor.

Hay varios puntos que me tocan al considerar esta parábola y los cuales quisiera resaltar:

1. El señor le entregó a cada uno de sus siervos la cantidad de talentos conforme a la capacidad de cada uno de ellos (Mt. 25:15). Es decir, que no fue melaganiariamente ni al azar, sino que el Señor, conocimiento las fortalezas y debilidades de cada uno de sus siervos, les entrego la cantidad de talentos que solo ellos podían manejar.

Esto muestra que si Dios en su soberana voluntad ha deseado darnos 1 solo talento, EL sabe que esto es lo mejor para nuestras vidas, porque es lo que nuestra capacidad puede manejar. Yo no debo quejarme ni envidiar los talentos que Dios les ha dado a otros, sino que por el contrario debo ser agradecido a Dios que no me permite tener una responsabilidad mayor de la que puedo manejar.

2. Al regresar el amo, y arreglar cuentas con sus siervos, el no le pidió cuentas a los mismos por el uso de los talentos de los demás, sino por aquellos que les fueron entregados específicamente a cada uno de ellos.

Es decir, que cuando el Señor regrese a arreglar cuentas conmigo, el no me pedirá cuentas por los talentos que tenía mi pastor, o aquel hermano que cantaba tan bello, o aquel predicador que predicaba esos sermones tan poderosos, sino que me pedirá cuentas por ese o esos talentos que EL me ha confiado a mí. Aquel llamado por el que EL me pedirá cuentas en aquel día, y por el cual yo estoy responsabilizado a serle fiel.

3. Al final, los dos siervos que multiplicaron los talentos entregados recibieron exactamente la misma recompensa ("Entra en el gozo de tu Señor"), sin importar la cantidad de talentos que habían producido, mostrándose de esta manera que lo que el Señor premió no fue el resultado obtenido por estos siervos, sino la fidelidad mostrada por cada uno de ellos a la responsabilidad asignada (Mt. 25.23.).

Al mirar mi corazón y ser sincero conmigo mismo me doy cuenta que la razón por la que le pido a Dios tener más talentos, no es porque deseo darle más gloria a EL, sino porque tristemente quiero darme más gloria a mí, y de esta manera recibir los aplausos y reconocimientos que los demás están recibiendo.

Oración:

“Señor ayúdanos en esta lucha constante en contra del orgullo, la vanidad y la envidia, estos pecados que aún están presentes en nuestra naturaleza caída, pero que con el poder de tu Espíritu Santo estamos llamados a someterlos a ti.

Mira que somos débiles y necesitados de ti. Pon en nosotros, por tu beneplácito, un corazón sencillo y enfocado en ti, que hasta el último día de nuestra existencia, y aún en nuestra vida eterna junto a ti, este voluntaria y gustosamente sometido a ti, para que al final todos los que nos vean puedan darte gloria a ti.”

A continuación les comparto un post publicado por nuestros hermanos de Cristianismo Real en un Mundo de Fantasías.

En la obra de C. S. Lewis, El León, la Bruja y el Ropero, la Bruja Blanca (con alma negra) necesitaba saber sólo una cosa acerca de Edmundo para hacerle traicionar a sus hermanos. Con sólo unas cuantas preguntas sencillas, la bruja supo que la debilidad de Edmundo era su amor por un dulce llamado la Delicia Turca. El pedazo que le dio a Edmundo fue más delicioso que cualquier otra cosa que él jamás hubiese probado. Pronto Edmundo no podía pensar en otra cosa que no fuera «tratar de engullirse tanta delicia turca como pudiera y cuanto más comía tanto más quería».

Cada uno de nosotros tiene una vulnerabilidad como la de Edmundo, la cual Satanás está ansioso por explotar. Puede que sea algo adictivo como las drogas o el alcohol, o puede que se trate de algo aparentemente inofensivo e incluso tal vez bueno como la comida, la amistad o el trabajo.

Después de Su resurrección, Jesús le hizo a Pedro esta pregunta personal y perspicaz: «¿Me amas más que éstos?» (Juan 21:15). Muchos han especulado en cuanto a lo que Jesús quiso decir con la palabra «éstos», pero probablemente sea mejor que no lo sepamos. Nos permite a cada uno de nosotros personalizar la pregunta y preguntarnos: «¿Qué amo yo más que a Jesús?»

Cuando Satanás descubre lo que amamos más que a Dios, sabe cómo manipularnos. Pero pierde su poder sobre nosotros cuando nos deleitamos en el Señor.

A continuación les comparto un post publicado por nuestros hermanos de Cristianismo Real en un Mundo de Fantasías.

Una brecha en la muralla (Nehemías 4:7-18)

La Gran Muralla China, de 7.600 kilómetros de largo, fue construida para mantener fuera a los invasores del norte. El primer emperador de China, Shi Huangdi, quien vivió entre 259 y 210 a.C., construyó la primera muralla. Pero en 1644 d.C. los manchúes penetraron la Gran Muralla e invadieron China. Lo hicieron sobornando a un general de la dinastía Ming para que abriera las puertas.

Durante la reconstrucción de la antigua Jerusalén, Nehemías entendió el agudo peligro que representaban aquellos que se oponían a la reconstrucción de los muros derruidos de la ciudad. Así que ordenó una vigilancia constante. La mitad de los trabajadores debían mantener la guardia mientras que la otra mitad reconstruía los muros (Nehemías 4:13-18).

Como cristianos, debemos ser vigilantes para que nada haga una brecha en nuestras defensas espirituales. Ni siquiera el más maduro de los creyentes jamás puede darse el lujo de bajar la guardia.

El apóstol Juan nos advierte de los enemigos desde tres direcciones. Los identifica como «los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida» (1 Juan 2:16). Estos enemigos nos atraen alejándonos de Dios y Su Palabra, y dejando un espacio abierto para que el enemigo se cuele.

Estemos alertas a lo que nos seduce hoy. Un desliz abre la puerta al pecado, lo cual a su vez puede que se transforme en un hábito que nos sojuzgue. No permitas una brecha en la muralla. —CPH