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He dejado de congregarme. No aguanto a los falsos maestros...

Esta es mi respuesta a un hermano, que por sus heridas al ver pastores falsos y charlatanes en el mundo evangélico de hoy, ha decidido dejar de congregarse en una iglesia, a la vez que cuestiona si realmente el pastorado es establecido por Dios en la Biblia.

Estimado Hermano:

El que haya falsos maestros y pastores, los cuales son insensibles y amantes del placer (Is. 56:10-12), que esparcen el rebaño (Jer. 23:2), que dejan descarriar las ovejas (Jer. 50:6), que hacen presa del rebaño en vez de alimentarlas (Ez. 34:2-3, Zac. 11:7), que son trabajadores asalariados que abandonan a las ovejas (Jn. 10:12) y que suponen que la piedad es un medio de ganancia (1 Ti. 6:5), no anula el hecho de que Dios ha establecido pastores para apacentar (enseñar y cuidar) a su grey (Ef. 4:11, Tit. 1:5-9).

No dejes que las experiencias negativas que has tenido te lleven al extremo de querer anular alguna porción de la Palabra de Dios. Hay que estudiar todo el consejo de Dios, aún vaya en contra de nuestros propios prejuicios.

Un buen pastor, anciano u obispo (que al final son la misma función solo que mencionada con palabras distintas), es un ministro o siervo de Dios que alimenta el rebaño (Jer. 3:15, Jer. 23:4, Ez. 34:23, Jn. 21:17, Hch. 20:28, 1 P. 5:2), que sirve de guarda espiritual (Heb. 13:17), y que es un maestro de la Palabra de Dios (1 Ti. 3:2, 1 Ti. 4:11, 1 Ti. 6:2.).

El dejar de congregarnos (Heb. 10:24-25) tiene efectos significativos en nuestras vidas como creyentes, porque Dios no ideo el concepto del “Llanero Solitario” (como diría Héctor Manzano) para el cristiano. El diseñó la iglesia, a quien EL llama su novia, para ser un cuerpo que se nutre y se exhortan mutuamente hasta que Cristo regrese.

Es más, si nos fijamos en el texto que se encuentra en 1 de Corintios 12:7, el cual es parte del pasaje que habla sobre los dones del Espíritu Santo, fíjate lo que dice:

“Pero a cada uno se le da la manifestación del Espíritu para el bien común

1 de Corintios 12:7

Es decir, que los dones que el Espíritu Santo nos da, nos los da para el bien de la iglesia. Para que al nosotros ponerlos en uso, podamos bendecir, exhortar y fortalecer al hermano que camina conmigo. Este es un ejemplo hermosísimo de porque la importancia de la iglesia y de congregarnos con mas hermanos.

Por último, hace un tiempo leí de un autor que decía (creo que fue Charles Spurgeon), que el nosotros querer ignorar a los demás hombres que han vivido antes de nosotros, o que viven aún en nuestro tiempo, y que han sido usados por Dios, por medio de la escritura de libros, o predicación u otro don que Dios les haya dado, es un acto orgulloso de nuestra parte, ya que Dios a través de la historia le ha placido darle a personas un entendimiento mayor de su palabra, para que de esta manera ayuden a su pueblo a entenderla y aplicarla a nuestras vidas. Esto, claro, no reemplaza nuestra responsabilidad de nosotros estudiar de manera personal la Palabra de Dios. Pero no olvidemos, que Dios da a cada uno el don que quiere, para el bien de SU cuerpo.

Dios te bendiga!

2 comentarios

Jose E Concepción dijo...

Estimado Alex:
Estoy muy de acuerdo con tus planteamientos y quiero añadir, que sin lugar a dudas nos encontraremos en la vida con personas amadores de si mismos que buscan satisfacer con adulación,lisonjas y estatus socio-económico su empobrecido orgullo, que predican la piedad pero que niegan la eficacia que ésta tiene (falsos profetas, falsos maestros,falsos cristianos que nunca han sido del rebaño de Dios). Sin embargo, no es trabajo nuestro juzgar a nadie, pues es labor de Dios, el único y soberano juez, justo y perfecto. Cuando entramos en la dinámica de juzgar a otros, entramos en la terrible condición de volvernos hacia la justicia del hombre (que al menos Dios considera como un trapo de inmundicia). Nuestra justicia nada puede hacer ante la perfecta justicia de Dios y si consideramos que con la vara que juzguemos a los demás seremos juzgados, la situación aún más se complica. La sabiduria (que siempre es divina), nos instruye a ser cautos y medidos para no caer en los lazos del enemigo de Dios y de nuestras almas, buscando justificarnos en las malas conductas de los demás, con lo cual pretendemos hacernos (al menos) superiores a otros. Si la única justificación la recibimos mediante la expiación de Cristo el mesías en la cruz del calvario, somos justificados(hechos justos) mediante la fe en el único que nos puede dar vida y salvación, nuestra vista no puede estar puesta en hombres. Ellos como nosotros están sujetos a pasiones y necesidades de hombres, no somos quienes para juzgarlos, pero si podemos orar por su salvación y restauración.
Muchas veces nos encontraremos haciendo como bueno lo que tanto hemos criticado como malo. Yo prefiero a Cristo, su amor, su bondad, sus juicios y exhortaciones a mi vida, las cuales como tu dices vienen en muchos empaques diferentes (La Biblia, el Espíritu Santo, nuestros idóneos conyuges, los buenos amigos, los pastores, líderes y consiervos.
Todos somos consiervos con mayor o menor incidencia en el servicio, pero con la misma responsabilidad ante Dios. A veces el rechazo a las autoridades(con sus defectos y virtudes)no es más que una rebelión en contra del mismo Dios, canalizada con o sin razón a través de nuestros líderes, jefes y autoridades. Por eso la biblia nos exhorta: "Puestos los ojos en Jesús el autor(creador, fundador)y consumador de nuestra fe (la única que salva y paga justamente)" Hebreos 12:2.

JECT.

Pedro Jiménez dijo...

Muy buen comentario. Muchas gracias José.